Dando una muestra de lo que pueden dar los discapacitados mentales,
la delegación argentina que participó de las Olimpíadas Especiales
en los Estados Unidos regresó cargada de medallas y alegría.
El grupo estuvo integrado por 72 atletas seleccionados
entre mil cien jóvenes con síndrome de Down,
o que son autistas o presentan lesiones en alguna
zona del cerebro.Estos resultados dan cuenta del nivel de
desarrollo que pueden alcanzar los chicos discapacitados si son
atendidos correctamente y no son discriminados o postergados.
Consiguientemente, recuerdan la necesidad de multiplicar
los esfuerzos sociales para incluirlos y darles mayores
oportunidades en lugar de humillarlos.
La conciencia de esta necesidad fue creciendo, sobre todo
a partir de 1981, el Año Internacional del Discapacitado.
En el país ello se ha ido trasladando muy lentamente a la
práctica, con luces y, también, con sombras, como queda en
evidencia cuando se advierte que un discapacitado motor
todavía tiene dificultades para circular por las calles y
subir a los medios de transporte.
Entre las luces no sólo podemos encontrar al desempeño de los
jóvenes en ésta y en anteriores ediciones de las Olimpíadas Especiales.
También se destaca la creciente inserción de chicos con
discapacidades físicas y mentales en escuelas públicas comunes.
En la ciudad de Buenos Aires, entre jardines, primarias y secundarias,
asisten día a día unos mil doscientos chicos discapacitados,
quienes comparten el aula y el juego con los restantes alumnos.
Es importante que la experiencia crezca, se extienda a otras
jurisdicciones y logre alcanzar a más chicos discapacitados.
Es obvio, para el caso de las discapacidades mentales, que no todos
se encuentran en condiciones de integrarse a una escuela común,
pero,en contra de cierta mitología, la posibilidad de inserción no
depende sólo del diagnóstico médico sino también de cómo puede
incluirse ese alumno y cuáles son sus posibilidades de aprendizaje.
cuando no es posible participar en una escuela común, las escuelas
especiales deben estar abiertas para proporcionarles una formación
educativa y laboral.
Los discapacitados, en especial los chicos, tienen derecho al futuro,
a la educación, al deporte y al trabajo.Los restantes miembros de la
sociedad, comenzando por las autoridades, no sólo deben contribuir
a paliar las limitaciones de los discapacitados, sino que también
deben promover el respeto por las diferencias y la práctica de la
solidaridad con quienes están menos favorecidos.